jueves, agosto 30

Nunca más olvidemos nuestro papel



En periodismo-científico


Para Jacinto, por su amistad plena


Hay una frase que me gusta mucho: busca el consuelo en la verdad. Pero cuando esa verdad se oculta, se trastoca y se convierte en mentira le cuesta mucho más tiempo y trabajo para convertirse en luz. Durante ese tiempo acumulado se agolpa y acumula la obligación de revisar la historia, pero su esclarecimiento es la única condición para poder construir y/o reconstruir un futuro transparente y libre.

A México le falta aclarar su historia reciente, sobre todo cuando se trata de los movimientos sociales del 68, el 71, los años previos y, sobre todo, la Guerra Sucia posterior. En ella se cometieron los peores crímenes de Estado, incluidos delitos de Lesa humanidad que, por lo visto, quedarán impunes ante la (in)justicia mexicana, pero que no deben quedar impunes ante el juicio de la historia.

Gracias a la larga investigación, no libre de riesgos, de Jacinto Rodríguez Munguía, que ahora se plasma en el libro La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la prensa y el poder (Editorial Debate), se aportan datos contundentes de esa relación que pocas veces había salido de los corrillos del rumor: los vínculos entre empresarios y trabajadores de los medios de comunicación, y los políticos que detentan el poder de una nación.

Una relación que para el Estado priísta significó una pieza clave de su hegemonía, que trastocó el supuesto compromiso de los medios de comunicación con la sociedad mexicana y que los jóvenes del 68 denunciaban como “prensa vendida”.

Esta historia por muchos sospechada y ahora revelada por Jacinto Rodríguez Munguía nos muestra que la “Tiranía Invisible” adopta las más variadas formas de gobiernos democráticos sin serlo; que controlan y corrompen a tal punto que hay teorías, tesis e hipótesis que se han experimentan y aplican de forma cotidiana.

Esta investigación arroja luz a un pasaje oscuro de la historia mexicana, de la complicidad de los medios con los gobiernos totalitarios y antidemocráticos. Sin embargo, luego de 30 o 40 años, muchas de esas prácticas no han sido desterradas del todo y ahora se retoman con formas más sutiles.

La prensa, los medios, debemos reconocer las deudas, debemos reconstruir el pasado para que nunca vuelva a repetirse. Ojalá nunca más olvidemos nuestro papel fundamental que jugamos en la sociedad, y que Jacinto nos recuerda magistralmente con su libro.

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