lunes, agosto 27

Bombazos a los medios



Adelanto de Libro: La otra guerra secreta

Bombazos a los medios

A partir de documentos de los órganos de inteligencia de la Secretaría de Gobernación, el autor revela las relaciones entre el gobierno y los medios en tiempos de la guerra sucia.

La prensa sería uno de los primeros sectores a quienes se les "informaría" del México que se avecinaba. El 18 de septiembre de 1969, una serie de detonaciones estallaron en instalaciones de varios medios de comunicación e instituciones gubernamentales.

Los espacios elegidos para el mensaje fueron el estudio I de Televicentro, el diario El Sol de la cadena García Valseca, editorial El Reportaje y el edificio de Excélsior. El explosivo puesto en El Heraldo, coincidentemente, no estalló.

Los peritos de la PGR señalan en su reporte que los artefactos explosivos que fueron colocados, y que estallaron en los edificios, eran de fabricación casera, de tiempo, con base esencialmente de dinamita, y el que fue recogido en el periódico El Heraldo, sin llegar a estallar, estaba constituido por dinamita, con mecanismo y reloj con límite de tiempo de cinco minutos.

Se informaba también que en la tarde del mismo 18 se había recogido en Televicentro otro artefacto explosivo que, de haber estallado, habría ocasionado daños de posible interrupción a los canales 2 y 4.

El ataque a los medios obligó a la inmediata coordinación de los aparatos de inteligencia, incluida la participación de la Secretaría de la Defensa Nacional, para identificar a los presuntos responsables.

La misma tarde del 18 de septiembre, la Dirección General de Materiales de Guerra de la Sedena realizó un informe técnico de los artefactos, anexando imágenes.

Escribe en su reporte el general de brigada Juan Zorrilla Flores: "Me permito hacer del superior conocimiento que en esta dirección a mi cargo se inspeccionó un artefacto explosivo supuestamente semejante a otros de su misma especie que estallaron, durante las últimas horas en diferentes lugares de la Ciudad de México".

A las seis de la tarde, la Dirección Federal de Seguridad informaba la detención de 19 hombres y una mujer por parte de los Servicios Especiales de la Jefatura de Policía del DF, presuntos culpables de la instalación de los explosivos.

Las detenciones se habían realizado durante la madrugada inmediatamente posterior a los estallidos, aunque no se indica por qué se había detenido a personas tan específicas, ni las causas de la detención o de su relación con los explosivos. Entre ellos estaban cuatro estudiantes del Politécnico de las carreras de química industrial, electrónica y arquitectura; varios peruanos, entre ellos tres periodistas, incluso un vigilante de la Lotería Nacional y tres artistas.

En otro anexo, la DFS especulaba que de acuerdo con "fuertes rumores" detectados en la universidad, el principal autor de los atentados dinamiteros había sido Guillermo González Guardado (El Púas) ex alumno de la ESCA del IPN, de filiación trotskista, ex jefe de un departamento de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, propietario de uno de los departamentos del edificio del ISSSTE de Nonoalco-Tlatelolco de donde hicieron disparos a la policía el 2 de octubre de 1968. Su hermano Arturo se encontraba preso por esos sucesos.

Sin embargo otro reporte confidencial, éste sin firma, ponía en duda las pesquisas de la DFS. Según éste, enviado directamente a Echeverría por un grupo de agentes secretos infiltrados en los grupos de izquierda, para ese momento no se sostenía atribuir los "bombazos" a gente del Partido Comunista, Liga Espartaco, trosquistas, procubanos o prochinos.

La opinión generalizada, que habían cosechado de sus incursiones en los grupos, era que dichos atentados habían sido financiados por personas ansiosas de volver a detentar el poder, considerando que la única forma de lograrlo nuevamente era provocando situaciones de incertidumbre hasta que el país entrara en un periodo de caos económico incontenible y en el momento crítico surgieran en la palestra los salvadores de la nación.

Argumentaban sus hipótesis a partir de los efectos concretos que dejaron los explosivos. En el caso de las bombas, conocidas como petardos caseros, habían tenido la intención de causar daños materiales y en ningún instante vidas humanas. Se buscaba solamente espantar a la gente.

El otro tipo de bombas, las de alto poder que explotaron a las 03:15 de la madrugada, tenían el objetivo de provocar una amplia difusión del caso, pues era muy remoto que alguien saliera lastimado a esa hora. “Es bien conocida la trayectoria periodística de Excélsior, que si bien no se erige como defensor de los grupos de izquierda, tampoco es su agresor, como sí lo son El Sol de México y El Heraldo, y en los tres casos fue el mismo operativo”.

Esta hipótesis la relacionaban también con la explosión en la editorial Reportaje, donde se editaba la revista Por Qué? La explicación era que al ser Por Qué? una publicación que tenía por norma el ataque al gobierno, lo que seguiría era una escalada de críticas más feroces al poder, y el ataque a sus instalaciones era el mejor argumento.

Los daños económicos causados por los explosivos fueron: Televicentro, 87 mil pesos; El Sol de México, 10 mil 500 pesos; Reportaje, 48 mil pesos; Excélsior, un millón de pesos aproximadamente, mientras que en la Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios Federales y en la Secretaría de Gobernación, apenas fue de 48 mil y diez mil pesos, respectivamente.

No eran los primeros ataques dinamiteros a medios de comunicación. Uno previo había en diciembre de 1966. Según informes de fuentes absolutamente dignas de crédito, dos reporteros de El Sol habrían participaron en un atentado contra El Día, y los mismos habían sido ascendidos dentro de la Cadena García Valseca, al salir de la cárcel. El encargado de premiarlos fue Salvador Borrego, verdadero director de la Cadena García Valseca, aunque sin nombramiento oficial, cerebro de los neonazis en México y autor de varios libros sobre la misma doctrina. Abriéndose de cepa en su filiación política a favor de intereses que contradicen obviamente la política del gobierno del presidente Díaz Ordaz, el coronel García Valseca no sólo está brindando todo el apoyo de sus periódicos al dictador Francisco Franco, sino que ahora ha ido personalmente a España a recibir su recompensa.

La prensa extremista de derecha, representada por su máximo exponente, El Sol edición vespertina, saluda con inocultable alegría la intervención del ejército en la universidad y los sindicatos venezolanos para salvar al gobierno.

Para Televicentro, empresa de Emilio Azcárraga, el de 1969 tampoco era el primer atentado. Ya en los archivos de la policía secreta del Departamento del Distrito Federal se encontraba el expediente 81/67, donde a detalle se explicaba el atentado contra la casa del poderoso empresario, en Lomas de Chapultepec 1435, el 13 de marzo de 1967. La investigación policiaca se había hecho a petición directa de Emilio Azcárraga al presidente Díaz Ordaz.

Algunas consideraciones que los servicios secretos hicieron de ese ataque fueron que el hecho de que la explosión haya ocurrido en la noche (23 horas) indicaba que la o las personas que la provocaron pensaron asegurar su difícil identificación y fácil fuga. La ausencia en el suelo del jardín, en las paredes de la barda y de la casa, de fragmentos de metal, tornillos, clavos y de piedras extrañas a las existentes en el suelo de dicho jardín y casa, descartaba el que se hubiera empleado alguna bomba de las destinadas al ejército y artefactos explosivos caseros de poder altamente peligroso por los proyectiles que se hubieran formado en caso de existir… En síntesis, solamente había sido un susto, un anuncio.

Jacinto R. Munguía












No hay comentarios: