Hacia un libro definitivo del 68
7,Octubre 2008, 4:45 pm
Archivado en: Libros, Periodismo de investigación | Etiquetas: 1968: Todos los culpables, Gustavo Díaz Ordaz, Jacinto Rodríguez Munguía, Luis Echeverría, Masacre de Tlatelolco
Esa verdad histórica con la que le hemos cerrado brecha en los últimos diez años, tiene que pasar, sin duda, por el reconocimiento del valor de trabajos como Parte de guerra (Editorial Aguilar), de Carlos Monsiváis y Julio Scherer, que dieron a conocer importantes documentos personales del general Marcelino García Barragán, entonces secretario de la Defensa Nacional.
No obstante, fue Carlos Montemayor quien, a través del análisis de esos documentos y del material fílmico aportado por la Secretaría de la Defensa entre 1993 y 1999, avanzó todavía más en la explicación del 2 de octubre. Primero en una serie de 12 textos publicados entre agosto y octubre de 1999 en la revista Proceso, y luego en su libro Rehacer la historia (Editorial Planeta), que compila esos artículos, el escritor analiza los partes militares, las responsabilidades desempeñadas por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, su secretario de Gobernación, Luis Echeverría, y el jefe del estado Mayor Presidencial, Luis Gutiérrez Oropeza, en la emboscada contra los elementos del Ejército que acabaría desatando una escalada de violencia incontenible.
A poco más de un año de haber puesto en librerías La otra guerra secreta, un trabajo sobre las complicidades documentadas entre el poder y los medios en México, durante la llamada guerra sucia, Jacinto Rodríguez Munguía acaba de presentar un nuevo título que intenta aportar a la comprensión de los hechos que terminaron el 2 de octubre de 1968, con el golpe al movimiento estudiantil. 1968: Todos los culpables (Random House Mondadori) mira la tragedia a partir del conjunto de decisiones que los implicados tomaron y la información con la que contaban. Desde estas páginas, a través de nuevos documentos rescatados por el autor en las galerías del Archivo General de la Nación, puede advertirse —como escribió recientemente Enrique Krauze— “la marcada inclinación de Díaz Ordaz a ver huellas de una conjura contra México en cada minucia y la mala información con que contó para tomar sus decisiones”. Había demasiado de por medio, los mandos castrenses tomaron partido y se volvieron fuerza de las facciones que querían la designación presidencial que finalmente arrancó para sí Luis Echeverría.
Es difícil saber qué tan cerca estamos del libro definitivo del 68 mexicano. El de Jacinto trasciende los relatos subjetivos, las impresiones y el testimonio individual para hallar su lugar entre los nuevos textos que buscan reconciliarnos con la historia, cerrar esa brecha y pasar de los memoriales a la comprensión cabal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario