Jacinto Rodríguez publicó hace unos días el libro La otra guerra secreta, en editorial Debate, una investigación a partir de los archivos secretos de Gobernación de los años 60 y 70. En él da cuenta de la manera en que el Estado controlaba a la opinión pública mediante represión, censura y cooptación de la prensa y los medios electrónicos. En el libro se incluye un manual de Gobernación encontrado en el Archivo General de la Nación que da elementos para construir una tiranía invisible. Dominar y adormecer a la opinión pública de tal forma que: “Bajo esta condición (el control de los medios), una democracia como la mexicana puede obtener niveles de control popular equivalentes a los que lograría por la violencia y el terror una dictadura…”. Y continúa: “Por la acción de la propaganda política podemos concebir un mundo dominado por una tiranía invisible que adopte la forma de gobierno democrático”. Y sigue la recomendación: “Las dictaduras reprimen por la fuerza las ideas y las expresiones populares. En un gobierno democrático, este control debe alcanzar calidad de arte, toda vez que intente manejar ciudadanos libres…”.
Para muestra una tarjeta de Moya Palencia a Echeverría: “…podría fijarse en la opinión pública el ya extendido rumor de que (el periodista) Mario Menéndez está al servicio de la CIA o de algún organismo semejante…” y termina sugiriendo que una organización membrete publique un desplegado en contra del entonces director de la revista ¿Por Qué?. El caso de Lydia Cacho y otros periodistas y miembros de ONG cuya imagen pública se intenta desacreditar, mostraría que la tiranía invisible es una noción desempolvada y puesta en operación por la nueva derecha. La pregunta es saber de quién es la mano que mece la cuna: ¿Gobernación? ¿Los Pinos?
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