sábado, septiembre 29

Exigencia a la corte


Exigen a la SCJN revisar amparo de Echeverría
Por: Asic-LA JORNADA, Sábado, 29 de Septiembre de 2007

El Comité del 68 encabezó un acto público de protesta “en contra del periodismo encubridor de criminales de lesa humanidad”.

México, DF.- El Comité del 68 se manifestó ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para exigir que el máximo tribunal del país ejerza su facultad de atracción y asuma su responsabilidad política con la resolución de la revisión del amparo otorgado al ex presidente Luis Echeverría Alvarez contra el auto de formal prisión por el delito de genocidio, relacionado con la matanza del 2 de Octubre de 1968.

En la sede de la Suprema Corte, Raúl Alvarez Garín entregó a los magistrados del órgano ejemplares del libro “La otra guerra secreta”, de Jacinto Rodríguez Munguía, como prueba superviviente de la corresponsabilidad del poder político durante el mandato de Echeverría Alvarez y la prensa “en la autoría intelectual y su preparación mediática del delito de genocidio”.

Previamente, en el Monumento a Francisco Zarco el Comité del 68 encabezó un acto público de protesta “en contra del periodismo encubridor de criminales de lesa humanidad y reconociendo también al periodismo honesto y comprometido”.

En entrevista, el dirigente Alvarez Garín informó que sus actividades forman parte de las campañas desarrolladas del 24 al 28 de este mes (que comprendieron en días pasados una marcha del Archivo General de la Nación al máximo tribunal) para reclamar la atracción de la SCJN de la revisión de amparo otorgada al ex mandatario.

Además, para “hacer constar y exhibir ante la opinión pública la existencia de miles de pruebas plenamente válidas, que incriminan directa o indirectamente al ex mandatario”.

Guerra clandestina y soterrada


A OTRA GUERRA SECRETA LOS ARCHIVOS PROHIBIDOS DE LA PRENSA Y EL PODER
MUNGUIA JACINTO
EDITORIAL DEBATE
Precio: $189.00
Descuento en internet: 15%
Precio FCE: $160.65
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ISBN: 9789707808850

¿Cuánto costaba el silencio en México? ¿Quién decidía lo que se decía durante los sexenios del PRI? ¿Qué hicieron los dueños de los medios cuando el gobierno silenciaba a los opositores? ¿Dónde estuvieron los líderes de opinión, los columnistas, los reporteros? ¿Quién protestó? ¿Desde qué dependencia se callaba a los periodistas? ¿Los callaron a todos o hubo quienes prefirieron callar por voluntad propia?

En La otra guerra secreta el lector encontrará muchas de las respuestas que hacían falta. Un país que se busca a sí mismo, que trata de hacer las paces con su pasado y con su historia, necesita desnudarse para encontrar la verdad. En este libro, a partir de fuentes primarias del Archivo General de la Nación -de los fondos correspondientes a los órganos de inteligencia de la Secretaría de Gobernación: Dirección Federal de Seguridad y Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales-, se desvelan los modos y las estrategias del gobierno, así como las posiciones y predilecciones de los comunicadores y dueños. No queda sin tratar ningún asunto, ningún particular.

La mayoría de los reporteros, periodistas, líderes de opinión y dueños de medios -demuestra Jacinto Rodríguez Munguía- callaron por voluntad propia. Fueron los tiempos de la guerra sucia, una guerra clandestina y soterrada, una guerra implacable. Los tiempos en que los medios de comunicación fueron el aliado fundamental de las botas, las torturas y las eliminaciones extrajudiciales. Fue ésta la otra guerra, la guerra secreta, la de la alianza de los medios y el poder, la de la complicidad y las canonjías.



ACERCA DEL AUTOR

JACINTO RODRÍGUEZ MUNGUÍA Es periodista e investigador. Ha colaborado con diversos medios impresos de circulación nacional, entre los que cabe destacar: Milenio Semanal, Proceso, Reforma, El Universal, La revista y Emeequis. Durante mucho tiempo ha investigado documentos del Archivo General de la Nación y expedientes de la policía secreta. En 2005 publicó Las nóminas secretas de Gobernación.
Formato: 491 pags / 15 x 23 cm
ISBN: 9789707808850
Código de barras: 9789707808850
 

martes, septiembre 25

Impunidad que tiñó de sangre


La otra guerra secreta, libro del periodista Jacinto Rodríguez Munguía.

Nota en terra

¿Qué sucedió en aquella paradójica época plagada de libertad, rebeldía y violencia en Latinoamérica? Las décadas de los sesenta y setenta fue la etapa de transición en la que la sociedad se vio inmersa como nunca en los cambios que se aprecian en la actualidad, resultado de conflictos, lucha y sangre como el caso de la guerra sucia en México.

El periodista Jacinto Rodríguez Munguía explora en “La otra guerra secreta” uno de los momentos más escabrosos de la historia contemporánea del PRI y las sospechosas relaciones de Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz con los medios de comunicación de la época. ¿Cuál fue su papel dentro del deber informativo? ¿Cómo actuaban los directores de los medios ante las atrocidades vividas? ¿Qué hicieron personajes de la talla de Julio Scherer y Manuel Buendía ante esa cruenta realidad insoslayable y sin embargo esquiva?

Un reflejo de cómo los medios dieron la espalda a la sociedad por una serie de canonjías ofrecidas por el gobierno. La demanda por la transparencia suena halagüeno en tiempos de revelación de verdades que han quedado a medias a través de la historia. Un caso cerrado en los archivos del gobierno y vigente en las venas abiertas de la sociedad.

La experiencia de Rodríguez Munguía le ha llevado a investigar otros temas relacionados con la secrecía política como el libro “Las nominas secretas de Gobernación” (2005). Su trayectoria en “Milenio Semanal”, “Reforma” “El Universal”, “La Revista” y actualmente en “Eme Equis” avala su trabajo. Cinco años le tomaron en esta investigación recopilando documentos del Archivo General de la Nación, recabando entrevistas con personajes, mientras unos hablaron, otros optaron por el silencio y permitieron que el mutis se transformara en especulación, tal como se calló en los tiempos de violencia e impunidad que tiñó de sangre las páginas de la historia.

Apoyada por la Fundación Prensa y Democracia de México A.C; donde Rodríguez Munguía fungió como becario de investigación durante tres años del lustro que duró la realización de este libro, es un recorrido por los ayeres olvidados, los crímenes sin castigar y el amasiato furtivo entre medios de comunicación y política, tema que dará mucho de que hablar más adelante.

viernes, septiembre 21

Mentiras mediáticas


Presentan libro de las complicidades prensa-gobierno

Carmen Aristegui, José Buendía y Miguel Ángel Granados Chapa, fueron los presentadores del libro “La otra guerra secreta”, de Jacinto R. Munguía, libro que narra los periplos y complicidades de la prensa de México con los sistemas de gobierno de los años 70`s y 80`s, donde la verdad se comprometía por beneficios monetarios y donde el comodato hizo que los periodistas vivieran bajo la efigie de ser más voceros del gobierno que de una sociedad que vivía bajo un jugo de mentiras mediáticas.

Este control debe alcanzar calidad de arte


Jorge Zepeda Patterson

16, sept. 2007


Jacinto Rodríguez publicó hace unos días el libro La otra guerra secreta, en editorial Debate, una investigación a partir de los archivos secretos de Gobernación de los años 60 y 70. En él da cuenta de la manera en que el Estado controlaba a la opinión pública mediante represión, censura y cooptación de la prensa y los medios electrónicos. En el libro se incluye un manual de Gobernación encontrado en el Archivo General de la Nación que da elementos para construir una tiranía invisible. Dominar y adormecer a la opinión pública de tal forma que: “Bajo esta condición (el control de los medios), una democracia como la mexicana puede obtener niveles de control popular equivalentes a los que lograría por la violencia y el terror una dictadura…”. Y continúa: “Por la acción de la propaganda política podemos concebir un mundo dominado por una tiranía invisible que adopte la forma de gobierno democrático”. Y sigue la recomendación: “Las dictaduras reprimen por la fuerza las ideas y las expresiones populares. En un gobierno democrático, este control debe alcanzar calidad de arte, toda vez que intente manejar ciudadanos libres…”.

Para muestra una tarjeta de Moya Palencia a Echeverría: “…podría fijarse en la opinión pública el ya extendido rumor de que (el periodista) Mario Menéndez está al servicio de la CIA o de algún organismo semejante…” y termina sugiriendo que una organización membrete publique un desplegado en contra del entonces director de la revista ¿Por Qué?. El caso de Lydia Cacho y otros periodistas y miembros de ONG cuya imagen pública se intenta desacreditar, mostraría que la tiranía invisible es una noción desempolvada y puesta en operación por la nueva derecha. La pregunta es saber de quién es la mano que mece la cuna: ¿Gobernación? ¿Los Pinos?

La corrupción de los medios


En Granada, España

En Huelva, España.

UNA investigación del periodista Jacinto Rodríguez Munguía –La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la prensa y el poder (México, Debate, 2007)– pone al descubierto la corrupción de los medios en México durante las tres últimas décadas del PRI. Apasionantes, por las miserias que se documentan, las transcripciones de conversaciones telefónicas, los cruces de mensajes y tantas pistas reveladoras de lo que Rafael Rodríguez Castañeda describió, en 1999, como Prensa vendida (México, Grijalbo).

Una de las consecuencias de la polifonía mediática, aduladora del poder y adormecedora del espíritu crítico, mantenida con subvenciones, publicidad institucional y otras regalías –algunos se enteraron no hace mucho de que los impuestos obligaban a todos– es que la prensa en México resulta ser hoy la más débil de América Latina. La circulación de sus diarios apenas alcanza 1,6 millones de ejemplares para una población de 110 millones, con un índice de difusión tres veces inferior al de Jaén, uno de los más bajos de Europa.

Tantos años de secuestro de la libertad, en una democracia fingida, aún dejan efectos en la debilidad de la opinión pública, de la que emergen voces de compromiso en el Parlamento, en la universidad y entre los mismos periodistas. Vinculan la construcción de la democracia a un nuevo estatus de los medios, entre ellos, la televisión que, en su día, le dijo al PRI que no eran necesarias emisoras públicas porque ella defendería el régimen mejor que nadie.

Rodríguez Munguía traza su excelente trabajo a partir de una provocación de Arthur Koestler en El rastro del dinosaurio, donde plantea la disyuntiva de todo individuo en un momento de su vida, que lo va a marcar para siempre, cuando afronta una situación que se puede resolver con firme actitud ética o mediante una postura de conveniencia. Traslada la cuestión a la prensa mexicana y observa que este medio, que exhibe la ética entre sus mitos fundacionales, opta, en un momento dado, por la conveniencia que conduce a la corrupción.

El libro descubre al lector español lazos de sangre. Seguramente, algunas de las sutilezas que se constatan en los mandatarios priístas serían muy útiles para la corrección de los métodos de capataz de algunos de nuestros políticos. La calidad de la prensa debería medirse por su actitud ante la disyuntiva de Koestler, pero, claro, tal diagnóstico podría precipitar su muerte, algo que el norteamericano Philip Meyer, autor de The vanishing newspaper (U. Missouri Press, 2004), ha vaticinado para 2040 si antes no corrige su degradación ética y la pérdida de credibilidad. El libro mexicano advierte que la normalidad ficticia que ampara el negocio de las relaciones del poder se descubre tarde o temprano, destilada por la mala conciencia de quienes, en un momento dado, optaron por la conveniencia frente a la ética.

martes, septiembre 18

Hallazgos


En Poca Madre News


El investigador y escritor Jacinto Rodríguez Munguía, presentó su libro La Otra Guerra Secreta, donde revela sus hallazgos en el Archivo General de la Nación sobre la relación de complicidad de los más importantes medios de comunicación y de información con el poder político para ejercer acciones propagandísticas que llevaran al pueblo a ser controlado por esa tiranía que, quisiera poder decir, se acabo en el año 2000 al perder el PRI la presidencia de la república pero que por desgracia se mantiene hasta nuestros días. Los hallazgos provienen de los años 60 hasta principios de los 80, sin que esto quiera decir que ya no siguieron haciendose estos arreglos entre el poder político y el poder mediático en los años posteriores, lo que puedo concluir es que ya para los años 80 (si es que no desde antes) el pueblo estaba tan bien aleccionado que simplemente era continuar con la la dosis de la misma receta, e insisto en que continúa hasta la actualidad, o me va a decir cualquiera de ustedes que cree que la mayoría de los medios son objetivos y veraces, que tienen un compromiso con el auditorio más que con el poder político o empresarial, tal vez son contados los medios y los periodistas que pueden ser confiables y eso hasta cierto punto, uno nunca sabe, yo no metería las manos al fuego por ningún periodista, por más creible que me parezca hasta el momento. Lo que si está pasando es que ya nos estamos dando cuenta por donde va el juego y sólo espero que no sea demasiado tarde para buscar maneras de contrarrestarlo, debemos ser más críticos de lo que se nos dice en la radio, la prensa, la televisión y otros medios como el Internet, no está de más ser desconfiados, dice el refran que “hombre prevenido vale por dos”, pero propongo ir más allá, y es que una de las cosas que ha conseguido está propaganda es dividirnos, siguiendo el famoso “divide y venceras”, entonces digo; “hombres unidos valen muchisimo más” y es que unidos tenemos poder, es decir, unámonos con nuestros vecinos, compañeros de trabajo y con toda la gente que podamos para defendernos de esos grupos que han llegado a adquirir un poder nunca visto en la historia del hombre, sólo así podremos enfrentarlos

Entrevista en Terra


Puedes verla en Video

Detenciones, desapariciones, torturas y crímenes


Con un inmenso saludo para Hugo.

La otra guerra secreta

Cosa difícil para un periodista hablar (mal) de algunos medios o de algunos colegas. El clásico aforismo propone que “dos aleznas no se pican” o, más chabacanamente: “Perro no come perro”.

Pero cuando hay que hacerlo, hay que hacerlo. Hay que armarse de valor y hacerlo.

Y lo hizo el periodista Jacinto Rodríguez Munguía, luego de varios años de hurgar en las entrañas del Archivo General de la Nación, donde está guardado un buen trozo de la historia reciente de México, no la de los libros de texto, sino la de los reportes de inteligencia y los partes de seguridad.

El resultado de sus varios años de investigación (que se me ocurre que parecen la labor de un minero metido todo el día en el socavón, a la espera del destello dorado que revela el filón de oro) acaba de ser editado por Random House, con el nombre de La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la prensa y el poder.

***

Durante la era de las dictaduras que padeció América Latina, metida con calzador en los vericuetos de la Guerra Fría, México presumía de tener un gobierno civil, democrático y de libertades.

Bueno… civil sí era.

Pero el control que ese gobierno supuestamente democrático y de libertades tenía sobre la prensa era digno de las más férreas dictaduras conosureñas.

Como señala Jacinto Rodríguez en la presentación de su libro: “Entre 1960 y 1980 América Latina vivió una larga noche de dictaduras, la mayoría de corte militar con consecuencias que hasta ahora se conocen: miles de detenciones, desapariciones, torturas y crímenes de lesa humanidad. En esos años en México el Partido Revolucionario Institucional presumía un gobierno civil y en democracia pero, al final de esa noche, con el mismo saldo: detenciones, desapariciones, torturas y crímenes de lesa humanidad. En ambos casos (gobiernos militares y priista) esto fue posible con la presencia/ausencia de un grupo social clave: los medios de comunicación.

Para el caso de México, ésta relación sería concebida por el gobierno como una tiranía invisible”.

***

Sabemos que los presidentes priistas, prácticamente todos, ejercían presión sobre los medios de muchas maneras: el otorgamiento o no de publicidad, los subsidios, las concesiones del espectro radioeléctrico o, más sencillamente, el flujo de papel a través de la Productora e Importadora de Papel (PIPSA).

El libro de Rodríguez Munguía detalla esas presiones y otras, provenientes del chantaje, del espionaje, de la intercepción de llamadas telefónicas, de los informantes…

Pero, lo que es peor, el libro también da cuenta de aquellos profesionales de la comunicación que se sometían voluntaria y gustosamente al yugo de la censura, tal vez en busca de reconocimiento o palmaditas en la espalda.

***

Cómo me gustaría que Jacinto Rodríguez Munguía usara la información que ha obtenido del AGN, en todos esos años de investigación, para elaborar esa otra gran historia que los mexicanos del siglo 21 estamos esperando (y, por favor, no me citen el libro de Jorge G. Castañeda): la de las entrañas de la Guerra Sucia, la de los grupos guerrilleros, sus orígenes y motivaciones y que respondiera la gran pregunta: ¿cómo se financiaban?

Ahí, don Jacinto, como cosa suya, ¿no?


Columna "Crónicamente" publicada en El Financiero el miércoles 5 de septiembre de 2007.

Más de la tiranía invisible

Columnistas
Tiempos de Nigromante
de Arturo Rueda

artrueda@laquintacolumna.com.mx

La subordinación de la prensa escrita

La prensa nacional no fue sometida por el presidencialismo mexicano, sino que los dueños de los medios y sus periodistas decidieron claudicar su labor crítica para beneficiar sus intereses. Así, el gobierno se sirvió de su predisposición para transformar a los diarios en agentes de la propaganda priísta que permitió “concebir un mundo dominado por una Tiranía Invisible que adopta la forma de un gobierno democrático”. Esta es la hipótesis del extraordinario libro La otra guerra secreta, escrita por el periodista Jacinto Rodríguez Munguía, que después de pasar año desenterrando folios desclasificados de la Dirección Federal de Seguridad, logró documentar las complejas relaciones entre prensa y poder, que lo mismo incluía formas de presión clásica, como intervenciones telefónicas, así como intercambio de favores e incluso a la delación de compañeros del gremio para proteger la imagen presidencial durante los años de la llamada guerra sucia.



Cientos y miles de folios que retratan la sumisa relación entre prensa y poder quedaron guardados para la historia y hoy descansan en el Archivo General de la Nación. Ahí, el periodista encontró una carta del dueño de El Heraldo, Gabriel Alarcón, dirigida al Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, muy cerca del trágico 2 de octubre. El documento es una muestra de hasta que grado los propietarios de los medios eran capaces de arrastrarse ante el poder. Un carta que, sin duda, podría ser firmada y reconocida por muchos dueños, directores y comunicadores poblanos. Quizá, en el archivo personal de los últimos gobernadores Manuel Bartlett, Melquíades Morales y Mario Marín, se guardan esas pruebas del sometimiento. ¿Qué dirían esos documentos, si pudiéramos sacarlos a la luz pública?



Primero leamos la carta de Gabriel Alarcón:



Antes que nada, deseo expresar a usted que la amistad y la lealtad que le profeso, las antepongo a todo, y al exponer seguidamente mi actuación en los problemas estudiantiles lo hago para que no exista duda de mi buena fe y entrega a su gobierno, y muy especialmente a que respaldo abiertamente su actuación valiente sensata y patriótica. Usted, señor Presidente me conoce y sabe que no soy falso. Estoy lo mismo que mis hijos, con usted y respaldamos firmemente su actuación con nuestra modesta forma de actuar; pero le pedimos su orientación por lo que en seguido expongo.


Desde el inicio de los alborotos he estado personal y telefónicamente en contacto con lo siguientes colaboradores suyos: Lic. Luis Echeverría, quien me ha orientado e indicado líneas a seguir en cada caso externándome su conformidad con mi actuación. El pasado domingo le avisé de un movimiento promovido por redactores de El Día y Excélsior por el cual pretendían publicar en los diarios de la capital un desplegado firmado por los redactores de todos los periódicos. El mismo era de reproches al gobierno, por lo que procedí a advertir al Güero O`Farril y convencí a mis reporteros de lo desorientadora y antipatriótica que resultaría esa publicación y que no la apoyaran. El Lic. Echeverría me dijo que gracias a la información que en detalle le di se paró a tiempo este asunto y además se logro que un grupo de redactores <>, hicieran una publicación de apoyo al régimen. En ocasiones la orientación que me danos da la guía para noticia de ocho columnas.


C. Procurador de la República. Nos pidió se destacara, como lo hicimos, el acto de sabotaje en instalaciones de la CFE. Asimismo los retratos de varios aprehendidos y consignados. Personalmente me manifestó su satisfacción por nuestra forma de actuar.


Lic. Gral. Corona del Rosal. Al igual que los funcionarios antes señalados, nos ha orientado sobre la forma en que nuestras informaciones resultan negativas y la profanación a nuestra Bandera Nacional. Cabe aclarar que nosotros proporcionamos a otros diarios la foto del trapo que izaron en el asta bandera los estudiantes. En varias ocasiones me ha hecho saber que le ha parecido muy correcta y positiva nuestra forma de actuar.


Dr. Emilio Martínez Manautou. El jueves pasado me llamó a primera hora para felicitarnos por la forma en que se destacaba en primera plana la foto del Che y las aulas universitarias con nombres de líderes comunistas así como nuestra información gráfica. A Pregunta mía manifestó que le gustaba la forma en que estábamos ayudando al gobierno ccon nuestra información y la convivencia de seguir ayudando en igual forma.


Por último, en una reciente entrevista con el Lic. Agustín Salvat. Los dos revisamos todas nuestras publicaciones de los acontecimientos, las gráficas y las editoriales de El Heraldo y estuvo de acuerdo en que no se encontraba nada que pudiera interpretarse como negativo al gobierno y que por el contrario, nuestra política era francamente favorable y de apoyo al régimen. Se ofreció a comentarme diariamente nuestra información y hasta esta mañana todo le ha sido altamente satisfactorio.


Querido señor Presidente, por lo que le he expuesto a usted a grandes rasgos, puede usted ver que para hacer bien las cosas dentro de mi capacidad, me he valido de los consejos y observaciones y deseos de diversos funcionarios. Este fue un consejo que usted me dio. Hasta hoy ni uno sólo de ellos, nunca, me ha hecho un extrañamiento u observación que pudiera hacerme pensar que no estoy actuando con abierta parcialidad a su gobierno o incorrectamente con usted.


Sinceramente creo que mi lealtad y la de mis hijos están a prueba de cualquier duda. Le ratifico una vez más que creemos en usted, que tenemos fe y que hemos actuado lealmente. Por muchos años se nos ha criticado nuestra parcialidad y entreguismo. Pero le ratifico a usted que hemos sido, somos y seremos Díaz Ordacistas y agradecidos leales y sinceros con usted.


Sin embargo mucho le agradeceremos que si usted personalmente cree que nos hemos equivocado por favor nos los haga saber. Señor Presidente nos sentimos en un cuarto oscuro y solamente usted nos puede dar la luz que recitamos y señalamos el camino a seguir.


Lo saluda afectuosamente y se repite como siempre a sus órdenes atentamente su amigo Gabriel Alarcón.





Hasta ahí la cita. ¿Qué escribiría el dueño de un medio de comunicación poblano? ¿Un favorito del poderoso gobernador? Hagamos un ejercicio de parodia.



Sr. Gobernador: antes que nada, deseo expresar a usted que la amistad y la lealtad que le profeso, las antepongo a todo, y al exponer seguidamente mi actuación en los problemas que le ha causado la difusión de unas conversaciones obviamente trucadas, y en las supuestamente habla de la detención de una seudo periodista llamada Lydia Cacho, lo hago para que no exista duda de mi buena fe y entrega a su gobierno, y muy especialmente a que respaldo abiertamente su actuación valiente, sensata y patriótica. Usted, señor Gobernador me conoce y sabe que no soy falso. Estoy, lo mismo que mis hijos, con usted y respaldamos firmemente su actuación con nuestra modesta forma de actuar; pero le pedimos su orientación por lo que en seguido expongo.


Desde el inicio del escándalo he estado personal y telefónicamente en contacto con lo siguientes colaboradores suyos: Lic. Javier López Zavala, quien me ha orientado e indicado líneas a seguir en cada caso externándome su conformidad con mi actuación. El pasado domingo le avisé de un movimiento promovido por reporteros de varios medios que, un foro de libertad de expresión, convocado por el gobierno que atinadamente dirige, pretendían usar unas camisetas con la leyenda “Dios en el poder”. Sin duda, un acto de reproche infantil, por lo que procedí a advertir al Lic. Ismael Ríos y convencí a mis reporteros de lo desorientadora y antipatriótica que resultaría esa actitud y que no la apoyaran. El Lic. Zavala me dijo que gracias a la información que en detalle le di se paró a tiempo este asunto y además se logro que un grupo de directores “amigos”, hicieran una publicación de apoyo al régimen. En ocasiones la orientación que me da nos da la guía para noticia de ocho columnas.


C. Blanca Laura Villeda. Nos pidió se destacara, como lo hicimos, el perfil psicológico de la seudo periodista, y que obtuvo gracias a una filtración de la PGR. Ahí quedó muy claro que se trata de una mitómana, protagonista y psicópata que exageró todo con la intención de lastimar su prestigio. Personalmente me manifestó su satisfacción por nuestra forma de actuar.


Lic. Valentín Meneses. Al igual que los funcionarios antes señalados, nos ha orientado sobre la forma en que nuestras informaciones resultan negativas y la publicación de un peritaje hecho por un experto estadounidense, en el que no hay lugar a dudas de que aunque sí es su voz, en realidad no es su voz. En varias ocasiones me ha hecho saber que le ha parecido muy correcta y positiva nuestra forma de actuar.
Dr. Ricardo Velázquez Cruz. El jueves pasado me llamó a primera hora para felicitarnos por la forma en que anunciamos que la Suprema Corte lo declararía inocente, y del festejo que tenía preparado. Que lástima que esos ministros se prestaron al juego sucio de los conservadores de Acción Nacional. A pregunta mía me manifestó que le gustaba la forma en que estábamos ayudando al gobierno al gobierno con nuestra información y la convivencia de seguir ayudando en igual forma.


Por último, en una reciente entrevista con el Lic. Sánchez Galicia. Los dos revisamos todas nuestras publicaciones de los acontecimientos, las gráficas y las editoriales de XXXX (ponga el nombre del diario marinista que prefiera) y estuvo de acuerdo en que no se encontraba nada que pudiera interpretarse como negativo al gobierno y que por el contrario, nuestra política era francamente favorable y de apoyo al régimen. Se ofreció a comentarme diariamente nuestra información y hasta esta mañana todo le ha sido altamente satisfactorio.



Hasta ahí la parodia. Pero de ahí, hasta la ignominia.

lunes, septiembre 10

En Personae


un sitio de copiado restringuido.
Entrevista con Jacinto R. Munguía
Pero se agradece igual.

¿Qué sucedió en aquella paradójica época?




Miriam Canales


¿Qué sucedió en aquella paradójica época plagada de libertad, rebeldía y violencia en Latinoamérica? Las décadas de los sesenta y setenta fue la etapa de transición en la que la sociedad se vio inmersa como nunca en los cambios que se aprecian en la actualidad, resultado de conflictos, lucha y sangre como el caso de la guerra sucia en México.
El periodista Jacinto Rodríguez Munguía explora en “La otra guerra secreta” uno de los momentos más escabrosos de la historia contemporánea del PRI y las sospechosas relaciones de Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz con los medios de comunicación de la época. ¿Cuál fue su papel dentro del deber informativo? ¿Cómo actuaban los directores de los medios ante las atrocidades vividas? ¿Qué hicieron personajes de la talla de Julio Scherer y Manuel Buendía ante esa cruenta realidad insoslayable y sin embargo esquiva?
Un reflejo de cómo los medios dieron la espalda a la sociedad por una serie de canonjías ofrecidas por el gobierno. La demanda por la transparencia suena halagüeno en tiempos de revelación de verdades que han quedado a medias a través de la historia. Un caso cerrado en los archivos del gobierno y vigente en las venas abiertas de la sociedad.
La experiencia de Rodríguez Munguía le ha llevado a investigar otros temas relacionados con la secrecía política como el libro “Las nominas secretas de Gobernación” (2005). Su trayectoria en “Milenio Semanal”, “Reforma” “El Universal”, “La Revista” y actualmente en “Eme Equis” avala su trabajo. Cinco años le tomaron en esta investigación recopilando documentos del Archivo General de la Nación, recabando entrevistas con personajes, mientras unos hablaron, otros optaron por el silencio y permitieron que el mutis se transformara en especulación, tal como se calló en los tiempos de violencia e impunidad que tiñó de sangre las páginas de la historia.
Apoyada por la Fundación Prensa y Democracia de México A.C; donde Rodríguez Munguía fungió como becario de investigación durante tres años del lustro que duró la realización de este libro, es un recorrido por los ayeres olvidados, los crímenes sin castigar y el amasiato furtivo entre medios de comunicación y política, tema que dará mucho de que hablar más adelante.

Miriam Canales Ibarra
bella_de_dia19@hotmail.com

lunes, septiembre 3

Los numerosos instrumentos del gobierno






Los gobiernos mexicanos encabezados por los mandatarios Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría (1970-1976) usaron numerosos instrumentos para el control de la prensa lo que supuso otra “guerra sucia”, junto a la represión a disidentes, dice el investigador Jacinto Rodríguez Munguía. El también escritor acaba de publicar el libro La otra guerra secreta. Archivos prohibidos de la prensa y el poder (Random House Mondadori, 2007) en los que revela los sistemas utilizados por estos gobiernos, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para “domesticar” a los medios de comunicación.
Tras varios años de revisión de miles de documentos oficiales, que fueron conservados pese a las órdenes presidenciales de destruir evidencias, Rodríguez relató cómo los gobiernos vigilaron puntualmente todas las expresiones de cada medio y de cada periodista.
El investigador explica que el gobierno dio todo tipo de facilidades a los medios y comunicadores “amigos”, como subsidios indirectos. La entrega de publicidad oficial fue otro de los mecanismos usados para apoyar o castigar a los periódicos.
Entre los casos más notorios de represión en la década de los 70 estuvo la desaparición del Diario de México o el boicot contra Excelsior cuando estaba dirigido por Julio Sherer, quien fue expulsado de ese periódico tras un golpe promovido desde el poder en 1976.
Asimismo, el libro de Rodríguez incluye copias de cartas, escritos de diversos periodistas, muchos de ellos aún activos, que revelan los vínculos cercanos que mantenían con los altos funcionarios.
En su investigación, el escritor recogió las evidencias documentales —oficios, fichas, notas y cartas— que demuestran cómo se controló y sobornó a comunicadores mediante la inclusión en nóminas secretas, entregas de dinero, regalos, privilegios, acceso a la información o favores personales, todo a cambio de ocultar temas incómodos para el gobierno.
El investigador recuerda que el gobierno tenía la regla de no guardar ni listas ni recibos de los pagos a periodistas, pero algunos funcionarios conservaron documentos sobre las cifras entregadas a medios y comunicadores en las que aparecen los nombres de los mayores diarios del país, algunos de sus directores, redactores y reporteros.
Entre los períodos de mayor control contra la prensa, Rodríguez cita el conflicto juvenil estudiantil en 1968, cuando el gobierno ocultó la información de las protestas masivas, de los actos de represión, encarcelamiento y desaparición de numerosos activistas.
En particular, los medios silenciaron o dieron sólo la versión oficial de la matanza del 2 de octubre de ese año, cuando el Ejército mexicano disparó contra un mitin de estudiantes en la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, en la capital, con un saldo de tres decenas de muertos, aunque informes no oficiales lo elevan a unas 400 víctimas mortales.
“Estamos hablando de los movimiento sociales más fuertes de los años 60, que se cerraron con el 2 de octubre del 68 y luego el surgimiento de una guerrilla, tanto urbana como rural que es totalmente invisible”, indica Rodríguez.
El autor considera que esa historia no se encuentra documentada en ninguno de los medios de comunicación de la época.
Asegura que esos métodos se mantienen hoy en día y considera que muchos medios mantienen una actitud crítica con el poder como arma de negociación.