martes, octubre 30

Una tiranía silenciosa en Puebla


Revela Jacinto Rodríguez

Presenta en Puebla La otra guerra secreta



El matrimonio entre gobierno y medios, una relación viciada desde origen, fue para el periodista de Emeequis y coordinador académico de la Fundación Prensa y Democracia, el motivo de una investigación que lo llevó a la más fría cárcel en México. Desde el ex palacio de Lecumberri —presidio que recibió a torturados revolucionarios en las décadas de la guerra de baja intensidad, hoy convertida en el Archivo General de la Nación— Jacinto Rodríguez desenterró “carbones” que convirtió en diamantes en bruto para los adictos a la información. Políticos, reporteros y periodistas, así como sus casas editoriales en esa relación de amasiato son revelados en el libro que le llevó más de tres años de investigación.

El periodista calificó como un retroceso la autocensura de los medios por motivos económicos / Tere Murillo

Edmundo Velázquez

Gracias al azar, Jacinto Rodríguez Munguía se topó con una caja de archivo muerto mientras se encontraba desempleado. Entre un lote de 3 mil 52 cajas del Archivo General de la Nación encontró los documentos que evidencian a la prensa que sucumbió a la autocensura, al cochupo y a la corrupción.

De esta experiencia de tres años encerrado en ese “cementerio de papel” y el apoyo de la asociación Prensa y Democracia (Prende) obtuvo La otra guerra secreta, título del libro donde revela con pelos y señales qué periodistas y medios de comunicación ignoraron los difíciles días de la llamada guerra sucia.

“Quien entra a este libro no sale ileso. Saldrá preguntándose porqué ocurrió esto, porqué en dos décadas los más de 500 desaparecidos de la guerra de baja intensidad se volvieron invisibles eternos para la prensa”, comentó el autor, quien estuvo por dos días en Puebla presentando el libro que ha merecido halagos de periodistas como Carmen Aristegui, Javier Solórzano y Miguel Ángel Granados Chapa.

Rodríguez Munguía estuvo en Puebla el martes y miércoles para presentar La otra guerra secreta, obra que originalmente se llamaría “la tiranía invisible” y que por razones de marketing la Editorial Debate de Random House Mondadori prefirió el primer nombre, porque ése “sí vendería”, como comentó entre risas en la Universidad Iberoamericana.

Y es que el periodista prefería el título de “la tiranía invisible” porque sólo así concebía una obra donde se reflejara el autoritarismo vivido durante la guerra de baja intensidad, requisito en combinación con un sistema judicial a modo y una sociedad desinformada por medios corruptos hacen “un triángulo perfecto” para los escenarios vividos en las décadas de los sesentas y setentas en países latinoamericanos como México, Argentina, Chile y Guatemala.

Según explica el periodista, reconocido por sus trabajos en La Revista y Emeequis, fue justo en tales países donde se planeó un modelo digno de Joseph Goebels, donde se incluía la desaparición de aquellos ciudadanos que no simpatizaran o se quejaran del autoritarismo gobernante en esa época.

“Siendo responsables con las cifras, se habló en Argentina de 30 mil registros de desaparecidos en la dictadura militar. 4 mil 300, en Chile. En Guatemala, 2 mil desaparecidos. Y en México por lo menos 500 personas desaparecidas, según sabemos. Pero cabe decir que esto ocurrió en un país donde no hubo una dictadura militar”, agregó el periodista. “Pero todo esto ocurrió porque había planes para hacerlo. Lo que ocurrió no fue casual”, agregó.

Así pues, ni el silencio ocurrido en fechas clave, 3 de octubre por ejemplo, fue tampoco casual. Entre las anécdotas que se atesoran dentro de “La otra guerra secreta”, se encuentran por ejemplo las cartas que para justificarse, Jacobo Zabludovsky envió al entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría, por “atreverse” a usar una corbata negra de duelo después de la matanza del 2 de octubre.


“Se develan los nombres de los Ferriz de Con, de Zabludovsky, que hoy simplemente esos apellidos se mantienen en las empresas de información con el mismo uso del poder”, como comentó Ignacio Rodríguez Reyna durante la presentación de la noche del martes en Profética, en donde acompañó a Jacinto Rodríguez, con quien colabora en Emeequis.

Gracias a comentarios de ese tipo es que el libro no tendrá espacios en medios de comunicación que se dicen críticos como es Proceso, La Jornada o El Universal.

El escritor Fritz Glockner, el periodista Jacinto Rodríguez y la académica Ana Lidya Flores

“Es un fenómeno interesante eso. Porque el libro ya está y se está leyendo. Lo leyó Scherer y se creó un debate interno en Proceso. Según me enteré la frase que salió de ese debate fue: ‘es un libro justo’”, comentó al respecto el autor.

Sin embargo, además del gran espacio que han brindado otros de sus colegas entre los medios, Jacinto Rodríguez resaltó una de las primeras opiniones que recibió sobre el texto:

“Lydia Cacho fue la primera persona que me llamó, un lunes o un domingo —no recuerdo bien— pero me llamó efusiva, muy como es ella. Me dice maravillada que le había provocado desvelo por tres días y que (el libro) se lo había robado a Solórzano y le decía que estaba agradecida”. Según relató, tras la publicación continuaron las llamadas de más mujeres “y todas ellas lo agradecieron…”.

El autor entendió que parte de estos comentarios femeninos vinieron a colación porque en la segunda parte del siglo XX fue que los hombres tomaron las peores decisiones de México. “No es una historia que las mujeres reconozcan como suya. No les corresponde, esa historia pero la tenemos que asumir todos”, comenta mientras endurece el gesto en su rostro.

Aún así Rodríguez Munguía resaltó que México es el único país latinoamericano donde estos crímenes “del pasado” continuarán sin castigo y donde la historia debería de ser reescrita, obligando a sociólogos e investigadores a volver en el pasado. Pero lo peor es aún ese vacío en el corazón de los mexicanos: “Aún hay muchos padres que no saben a dónde irle a llorar a sus hijos”.

Un libro provocativo

Presentado por el escritor Fritz Glockner —quien fue compañero de investigación de Jacinto Rodríguez en el Archivo General de la Nación— y la académica de la escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Iberoamericana, Ana Lidya Flores, el libro La otra guerra sucia fue definido como una provocación intelectual y académica, incómodo para los medios de comunicación más renombrados de México. El libro ya agotó las copias de su primera impresión, aunque en anaqueles aún es posible encontrarlo. Tiene un costo de menos de 200 pesos y fue editado en la colección Debate de la editorial Random House Mondadori.

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